Los visitantes son encerrados en una jaula rodante con piezas de pollo atadas a sus alrededores con el fin de atraer a los animales, y con ello, los ejemplares pueden comer muy cerca de los turistas.
“Queríamos dar a nuestros visitantes la emoción de ser acosados por los grandes felinos, pero sin ninguno de los riesgos”, comenta para el medio OddityCentral, Chan Liang, portavoz del zoológico.
Además de la jaula ambulante, los menos intrépidos pueden abordar un autobús para observar a los animales a través de un resistente cristal, como en un safari común.