¿Te imaginas que te propusieran ser el intérprete de uno de los hits más famosos de la historia del pop y del rock? ¿Lo rechazarías? Probablemente no. La cosa cambiaría, sin embargo, si no sabes lo que le depara el futuro a la canción. Evitar grabarla, sería, sin duda, un error imperdonable.

Eso es lo que le pasó a Simple Minds que, por orgullo, estuvieron a punto de dejar pasar la oportunidad musical de su vida al rechazar, al igual que otro puñado de artistas, el hit «Don’t You (Forget About Me)».

“Somos Simple Minds y no hacemos canciones que suenan parecidas a las nuestras, hacemos nuestra propia música”

Esa frase se quedará, para siempre, en la memoria de Jim Kerr, cantante de la banda. A mediados de los ’80, Simple Minds se había hecho un nombre en el panorama musical, con dos discos de platino y varios singles ubicados en lo más alto de las listas de ventas… en Reino Unido.

La banda no conseguía salir de la mediocridad más absoluta en Estados Unidos donde eran ignorados por el gran público y no conseguían llegar a posicionarse en la parte alta de los temas más comprados y escuchados. El principal problema era que, pese a que se gastaran dinero para girar por el país americano, pese a que se esforzaban en llegar allí, la banda no sonaba en la radio, no captaba el interés de los medios y, por lo tanto, tampoco el del público.

Sin embargo, un tipo llamado Keith Forsey y otro llamado Steve Schiff sí que eran fans de la banda y, de hecho, tenían una canción para ellos. El tema, además, iba a sonar en una película, ‘The Breakfast Club’. El tema estaba muy bien y, de hecho, era la canción ideal para que Simple Minds llegara al mercado norteamericano.

¿Cuál era el problema? Que, para la banda, el tema sonaba a ellos o, más bien, a alguien que intentaba sonar a ellos y, por esa razón, rechazaron grabarla. Sin embargo, Forsey no se rindió. Si el grupo no iba a querer grabarla, seguro que alguien más querría. Bryan Ferry, Cy Curnin of the Fixx y Billy Idol rechazaron, todos, grabar la canción.

Forsey haría un último intento luego de seis meses

Forsey decidió que tenía que darle una última oportunidad a la canción y volvió a presetnársela a Simple Minds. En esta ocasión, la banda aceptó, por algún motivo, pero con una condición. Querían integrar lo que les habían presentado con todos los estilos que ellos consideraban que hacían. El tema no podía ser una caricatura de ellos mismos, tenía que ser prácticamente suyo.

Por suerte, Forsey no se rindió. Si no hubiera sido por esta segunda oportunidad, “Don’t You (Forget About Me)” nunca hubiera llegado a ver la luz, sonando en ‘The Breakfast Club’, no hubiera llegado a la parte más alta del Billboard americano y no hubiera provocado que el ‘Once Upon a Time’ (1985) se convirtiese en un disco de oro.

Los dos siguientes singles de su nuevo disco tampoco lo hicieron mal y el ‘Once Upon a Time’, se convirtió en un éxito aún mayor no solo en Estados Unidos, sino también en Inglaterra. Aquel fue el comienzo de una racha de 13 singles seguidos en el top 10 de los más escuchados de todo el país británico.

Aprendiendo a convivir con la canción

La banda tuvo que aprender a convivir con la canción, una canción que nunca terminaría de ser suya pero que les garantizó el despegue al estrellato. “A día de hoy todavía dudo con el tema”, dice Kerr. “No me entiendas mal, no es que dudemos cuando la tocamos en directo. Lo hacemos con todo nuestro corazón porque esta canción nos ha dado mucho a nosotros y a la gente. Sin embargo, siempre será algo que vino de fuera. No nació de nosotros”, continua. “Pero está bien, sobre todo cuando nos llega el cheque por derechos de autor”, finaliza entre risas.

A día de hoy, la canción, tal y como explica Songfacts es uno de los temas más apreciados por los fans del rock y del pop a partes iguales. Incluso en pleno 2021, la canción sigue sonando en radios de todo el mundo, da igual su estilo. Y es que, a fin de cuentas, rechazarla no hubiera merecido la pena.

El tema se grabó en tres horas, tras hablar con Forsey y el director John Hughes en persona y ser convencidos de que lo correcto era grabarlo, una vez en contexto. Así que, tras hacerle unos cuantos arreglos y añadir el famosísimo “lalalalala” del tema, la banda le dio vida a aquella demo que tanto tiempo llevaba esperando a ser grabada en un estudio del norte de Londres.

¿Cuál era el objetivo? Grabarla, que apareciera en la película y después olvidarse de ella. Irónicamente, el nombre de la canción lo decía todo sobre ella, no podrían olvidarse jamás del track.

 

Fuente: Rock Fm